jueves, 25 de noviembre de 2010

EL PARTIDO COLORADO Y EL FUTURO - por Luis Hierro Freigedo

Allá por el año 2004, en un almuerzo de ADM, el sociólogo César Aguiar opinó que el destino del Partido Colorado era su desaparición. No fue el único. Naturalmente que con matices, era el deseo de algunos colegas suyos y lo que querían, también, algunos periodistas y políticos.


Es cierto que la magra votación de octubre de 2004 no dejó bien parada a nuestra colectividad. Hubo un conjunto de causas, algunas estructurales y otras coyunturales. Sobre ese fenómeno ya nos hemos expresado. Pero lo cierto es que luego de una reorganización interna que permitió poner al día la Carta Orgánica y realizar una estupenda elección de jóvenes, el Partido Colorado recuperó su moral para enfrentar el período electoral que asomaba en el horizonte.

Hoy la realidad es otra. El Partido Colorado recuperó su mística y ahora, con la misma humildad con la que hemos trabajado en estos años, debemos ponernos como objetivo, ratificar la recuperación lograda por el viejo partido de la Defensa.

El eje de nuestra elección interna no fue ideológico. Evidentemente el tema de la renovación fue la clave y los resultados así lo demostraron. Algunos  participamos desde la convicción que el ideario batllista había que ponerlo arriba de la mesa más allá que el reclamo de renovación fuera tan necesario como redituable electoralmente. Y no estamos arrepentidos. A veces un traspié electoral es una conquista política.  Ésa prédica llevó a que Pedro Bordabberry empezara a incorporar a su discurso expresiones y posturas batllistas que celebramos que luego también hayan formado parte del perfil de propuestas del programa de gobierno.

Como correspondía, luego de la interna todos nos alineamos con entusiasmo detrás de una gran fórmula. Hugo de León afirmó el tono popular que históricamente ha caracterizado al Partido Colorado. Pedro Bordaberry se movió en forma persistente y con gran habilidad. La comunicación fue un puntal muy importante. Y el trabajo de los distintos senados permitió generar un equilibrio más razonable en la interna partidaria obteniendo tres senadores Vamos Uruguay y dos el espacio batllista a través de PROBA.

El resultado fue que muchos colorados volvieron a casa. Pero también nos acompañaron jóvenes que votaban por primera vez y ciudadanos que le dieron una oportunidad al Frente Amplio y se sintieron decepcionados.

Como dice un conocido técnico de fútbol, la base está. Ahora tenemos que trabajar con inteligencia y capacidad estratégica.

Con dos sectores bien definidos, el Partido Colorado volverá a tener una vida orgánica fecunda. Por lo menos a eso aspiramos. Si bien hubiera sido bueno que la Convención Nacional aprobara el Programa de Gobierno más allá que fue elaborado por técnicos de los distintos sectores, o que fuera citada para adherir a la recomendación realizada por el Comité Ejecutivo Nacional de acompañar a la fórmula Lacalle – Larrañaga, no dudamos que será un órgano que trabajará en forma dinámica.

Pero hay otras tareas para hacer.

Mucho se machaca sobre un nuevo bipartidismo en donde los partidos fundacionales forman un bloque conjunto dentro del cual se disputarán alternadamente la mayoría. Antes le correspondió al Partido Colorado, luego al Partido Nacional durante dos períodos y hacia el futuro, algunos pronostican que quien está mejor ubicado es nuevamente el Partido Colorado y en especial Pedro Bordaberry.

En política todo puede pasar y naturalmente que trabajaremos para ello.

Pero más allá que es atendible el parecer que afirma la conformación de un nuevo bipartidismo, si los colorados pretendemos dar pelea en el 2014, es necesario que a lo que ha hecho Pedro Bordaberry con Vamos Uruguay, se sume la tonificación de lo que se ha dado en llamar Propuesta Batllista y la conformación, en diálogo con este espacio, de un ala izquierda potente, que le discuta una parte del espacio ideológico al Frente Amplio.

Es que hay una frontera electoral entre el bloque de los partidos fundacionales y el Frente Amplio que posiblemente en el futuro defina la elección. Esos electores seguramente se definen como socialdemócratas. La gran mayoría han votado al Frente Amplio por no encontrar ese espacio fortalecido en el Partido Colorado. Saben que la actual mayoría de la coalición –y seguramente esto no cambie hacia el futuro-, no se identifica con la socialdemocracia.

Es más, el actual programa frentista reivindica que "el Estado es la expresión y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clases" (lindo eufemismo en tiempos de elecciones para no decir lucha de clases...). Por eso los batllistas no podíamos votar a Mujica en el balotaje, porque más allá de los planes sociales que el Frente Amplio llevó adelante -como también lo hizo en el pasado el gobierno del Partido Nacional- lo vital es la esencia del pensamiento de las colectividades, y como quedó patentado durante la polémica entre Batlle y Ordóñez y Mibelli a propósito de las causas de las guerras que Milton Vanger llevó a un estupendo libro, entre el Batllismo y la izquierda hay notorias diferencias en la concepción sobre la lucha de clases, negada como motor de la historia por Don Pepe y reivindicada, hasta hoy, por la coalición gobernante.

Es cierto que las urgencias del gobierno llevaron al Frente Amplio a matizar sus posturas durante la pasada gestión. Pero no menos cierto es que el nuevo presidente y la bancada parlamentaria mayoritaria de la coalición hacen de la lucha de clases su móvil de vida.

De aquí a cinco años correrá mucha agua debajo del puente. Y como ya expresé, en política todo puede pasar.

Lo que no puede dejar de pasar es que el Batllismo recobre su horizontalidad en la conducción y el diálogo con la ciudadanía que lo ubiquen nuevamente como interlocutor de amplios sectores de la sociedad. Lo de Pedro Bordaberry fue muy bueno y es bienvenido. Pero para estar en la conversación en el año 2014 necesitamos de un Batllismo pujante dispuesto a pelear en la frontera del electorado socialdemócrata.

Luis Hierro Freigedo

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